amfraforenses@gmail.com / comisiondirectiva@amfra.org.ar

A.M.F.R.A. | Asociación de Médicos Forenses de la República Argentina

Ricardo Nachman, forense argentino en Israel: “No paro de llorar todos los días”

Fuente: Diario La Capital. Mar del Plata. 19 de mayo de 2025.  Ver Nota 

El médico debió analizar 8.400 muestras de cadáveres tras la masacre de Hamas. Asegura que vio “cuerpos del Holocausto” al peritar rehenes y que el grupo terrorista “le sacó tarjeta roja” a quienes respetan la vida.

“Fue una masacre impresionante a manos de un grupo satánico, diabólico, que entró a Israel y tiró bombas, violó, acribilló y quemó a personas indefensas. Desde el 7 de octubre no paro de llorar todos los días”, revela el médico argentino Ricardo Nachman, que tuvo un rol clave en la identificación de cuerpos tras el fatídico ataque de Hamás.

El 7 de octubre de 2023, el pueblo judío vivió, quizás, el día más sangriento que se recuerde desde el Holocausto. La operación de la organización terrorista Hamás dejó como saldo cerca de 1.200 muertos y 250 secuestrados, con un reclamo vigente por los 58 rehenes que se encuentran en Gaza.

Y Nachman participó en primera persona en el esclarecimiento de los hechos, ya que debió analizar 8.400 muestras de cadáveres. Nacido en Argentina y formado en la Universidad Nacional de Rosario, desde 1992 vive en Israel, donde es el director de la Unidad de Medicina Clínica del Centro Nacional de Medicina Forense.

De visita por Mar del Plata, donde participó de una charla en la Sociedad Unión Israelita Marplatense (SUIM) y del 44° Congreso Internacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses, Nachman subraya que, con su ataque, Hamás “le sacó tarjeta roja a todo el mundo que respeta la vida”.

En diálogo con LA CAPITAL, el médico cuenta cómo vivió la masacre y qué se encontró al momento de identificar los cuerpos. También reclama por la liberación de los rehenes y brinda su visión sobre el conflicto con Palestina, cuya resolución hoy luce distante.

-¿Qué lo motivó ir a vivir a Israel?
-Me abrió las puertas para recibir todo el apoyo económico y un lugar donde poder desarrollarme. Así decidí ir a allí, donde hice la especialidad, y llegué a ser lo que soy.

-¿Qué estaba haciendo el 7 de octubre?
-Ese día había una fiesta religiosa, que se llama Sucot, donde ponés una pequeña carpita en tu casa o fuera de ella. Nosotros lo hicimos en el jardín y mi hija más chica, que tenía 6 años en ese momento, me dijo: ‘Papá, quiero dormir esta noche en el jardín’. Dormimos ahí. A las 6.29 de la mañana del 7 de octubre, empiezan a sonar las alarmas, por lo que fuimos al refugio que tenemos en nuestra casa. Nos encontramos con mi mujer y mi hija más chica. Y ahí empezamos a analizar la situación, porque mi esposa también trabaja en el Instituto de Medicina Forense, en el área de ADN. Yo salí primero. Viajé más de 30 kilómetros y, ya en el Instituto, empezamos a coordinar las tareas con distintos funcionarios y fuerzas de seguridad.

-Imagino que implicó todo un operativo especial por la magnitud de los hechos
-Sí, porque estamos hablando de un número impresionante de cuerpos. No sabíamos con qué nos íbamos encontrar. Empezamos a darles asesoramiento a las personas que iban a hacer toda la primera etapa de la identificación, porque no son profesionales. Luego, iniciamos el trabajo en el Instituto.

-¿Y con qué se encontró al momento de empezar a identificar los cuerpos?
-La mayor cantidad de las víctimas sufrieron todo tipo de daños con armas de fuego de alto calibre y bazucas RPG que se usan contra tanques. Además, registramos el uso de armas blancas: no un cuchillo común y corriente, sino hachas, machetes. Había mutilaciones, decapitaciones, cremaciones de cuerpos en vida. Todas cosas macabras.

-¿Hubo alguna situación en particular que lo haya conmovido?
-Estamos hablando de más de 1.200 muertos. Nosotros recibimos algo así como 8.400 bolsas. Uno puede imaginarse lo que había, cinco personas dentro de una bolsa. Pero no personas enteras, sino partes. Restos de distintos tamaños, desde algo muy en miniatura hasta algo más grande. Fue una masacre impresionante a manos de un grupo satánico, diabólico, que entró a Israel y tiró bombas, violó, acribilló y quemó a personas indefensas: niños, ancianos, gente en silla de ruedas. No solamente eso, sino que también secuestraron.

Yo desde el 7 de octubre no paro de llorar todos los días. Vuelvo a mi casa, miro a mis hijos y veo que los tengo, o que ellos tienen a su papá, su mamá o su hermano. Muchos perdieron eso.
La guerra nunca es buena, siempre mueren personas inocentes. Pero esto no empezó con una guerra, sino con algo que la mente humana normal no puede imaginar.

-La familia debe haber sido muy importante para sobreponerse al impacto emocional.
-En el trabajo bajás todas tus persianas, te enfocás y trabajás dejando de lado lo que te puede dañar o interferir. Pero cuando salís, te viene todo. Hasta ahora no escatimé, no ahorré lágrimas, porque es una forma de expresar el sentimiento.
He estado en varios lugares del mundo donde hubo tragedias, no masacres, como el tsunami de Tailandia en 2004, donde vi miles de cadáveres, o el terremoto de Haití en 2010. Pero esto nunca lo vi. Es tu pueblo. Fue un atentado sin precedentes, que le sacó tarjeta roja a todo el mundo que respeta la vida.

-También dialogó con rehenes, ¿qué puede contar de esa experiencia?
-Sí, esa es la otra parte de mi trabajo: la revisión desde el punto de vista forense. El peritaje de las personas que fueron liberadas o rescatadas. Me encontré con un cuadro psicológico y corporal que no podía creer.

He visto una persona de 50 años, por ejemplo, que perdió 40 kilos. Me hizo acordar a los cuerpos del Holocausto. No solo vi desnutrición, sino problemas de piel, de respiración, de vista. Fueron personas que estuvieron 40 metros por debajo de la tierra, en túneles donde convivían de una manera infrahumana.

Comían con suerte una vez por día. Solo un pedacito de pan o comida en mal estado. No les daban casi nada de agua. Las heces las hacían ahí nomás. Todo infrahumano, nos remonta a lo peor de la historia.

-¿Le ha tocado también revisar cuerpos de palestinos?
-Hemos tenido que revisar terroristas que fueron neutralizados, para no perdernos la oportunidad de identificar un cuerpo que podría ser de un israelí.

-¿Sólo terroristas?
-No, no. También he revisado a parte de la población de ellos. Uno de los casos que me hizo muy mal fue haber visto una criatura de 11 años con el cuerpo totalmente deteriorado, destruido. Hay quienes dicen que fue por el ataque de Israel, pero la fecha de muerte era mucho antes que la incursión de Israel, de su contraataque. Me hizo mucho daño, tuve que parar. El impacto es grande cuando son niños.

-¿Ve alguna salida a este conflicto? La solución bélica no ha servido para que las dos naciones puedan coexistir en forma pacífica.
-Primero hay que recordar cómo empezó todo. El 7 de octubre de 2023 hubo un ataque terrorista brutal. Si ahí se hubiera terminado la cuestión y no hubiera habido secuestrados, a lo mejor, no sé, habría parado todo.
Hoy el problema fundamental es el silencio del mundo, que está callado la boca. No se ponen todos los esfuerzos para que los 58 secuestrados por Hamás vuelvan a Israel. No hay que olvidarse que el Hamás le sacó tarjeta roja al mundo, no a Israel. La ONU se calló la boca: negó violaciones, mutilaciones, hasta que tardíamente reconoció que pasó algo. Nadie sabe nada de lo que ocurre en los túneles de Gaza u otros lugares donde están los rehenes.

-No es muy optimista entonces respecto a una solución diplomática, por lo menos en el corto plazo.
-Israel quiere 58 personas de regreso. Se pide algo lógico, que es que el Hamás no esté en el lugar donde está, con las armas que tiene y lo que está haciendo. Los palestinos también sufrieron aberraciones terribles por parte de Hamás, que no solo atentó contra nosotros, sino también contra ellos. Cuando Israel contraataca, ellos ponen a los civiles como un escudo humano. Eso se sabe.
Hay que liberar a Palestina del Hamás.

-¿Y qué siente hoy el pueblo de Israel?
-La población está muy cansada, sufrida. Está con un postrauma muy grande. Pide que los 58 rehenes sean devueltos vivos a sus familiares, que los muertos tengan sepultura digna. Después se verá. Si Hamás quiere seguir atacando, van a recibir la contestación masiva de un país que es chico, pero que es el único en toda esa área que es democrático. Con problemas o no, lo es. Tengo optimismo, pero el panorama es duro.